jueves, 18 de febrero de 2016

La brisa de los recuerdos.

La brisa cálida del verano entra por la ventana acariciando nuestros cuerpos desnudos, exhaustos por las horas de placer que llevamos luchando el uno con el otro por toda la habitación. Estas apoyada en mi pecho con los ojos cerrados, disfrutando del sonido de los latidos de mi corazón , de mi mano que te acaricia suavemente el pelo y una parte de tu suave mejilla. Mirándote así en mi pecho las imagenes de nuestro primer encuentro vuelven a mi mente, recuerdo aquella mañana de enero cuando respondiste a mi mensaje, un mensaje en una botella lanzado al mar de Internet y que por algún milagro lograste ver, lo cogiste, abriste la botella y te gusto lo que las letras traían con ellas. Empezamos a hablar complices, compartiendo contigo un extraño todos tus secretos mas oscuros, todas tus fantasias mas alocadas, sorprendiéndote de sentir morbo y excitacion por las situaciones que te proponía y las cosas que hacia que imaginara tu mente. Después de mucho tiempo hablando, de aceptar que había algo tan fuerte entre nosotros decidimos quedar pero querías que fuera algo inolvidable, único y yo quería que así fuera, que me pertenecieras y pudiera hacerte gozar como jamas habías soñado que podías.

Acordamos vernos en un hotel, yo cogí la habitación y te di las indicaciones para que supieras que cual  era y espere tu llegada. Me senté en una silla al fondo de la habitación entre penumbras, me puse un antifaz negro para darte mas morbo ya que sabia que te ponía eso, abrí la botella de champán que había pedido me serví una copa y bebí despacio, saboreando las burbujas bajar por mi garganta y atento a la puerta que había dejado entornada para que pudieras pasar.

Se abrió la puerta y allí estabas tu. Me viste medio iluminado al fondo de la habitación y vi que dudabas para entrar, diste un medio paso y te paraste, observaste, una tormenta de pensamientos pasaba por tu cabeza, parecías una estatua de sal allí parada. Entonces levante la copa de champán y saboree otro trago mirándote  través de mi antifaz, parece que eso te decidió y pasaste adentro cerrando la puerta tras de si. Como habíamos acordado te pusiste de rodillas y viniste gateando hasta mi sin levantar la mirada del suelo, te paraste delante mía con las palmas extendidas hacia arriba en señal de sumisión. Estabas preciosa, llevabas puesto un vestido ajustado color burdeos que se marcaba a tu anatomía perfectamente, tu pelo largo suelto que caía sobre tus hombros estaba reluciente y sedoso, te acaricie la mejilla igual que ahora hago aquí tumbado en la cama y levante tu mentón.
- Mira a tu señor- ordene yo con una voz segura pero suave.
Me miraste y tus ojos estaban brillando de la emoción y del nerviosismo del momento, después de tanto tiempo allí estábamos los dos, mirándonos a los ojos, el uno enfrente del otro.

Me aleje de ti y fui a por una caja que había encima de la cama, te vi por rabillo del ojo que mirabas a ver que hacia pero simule no haberte visto así que puse la caja en la silla enfrente tuya de la que me acababa de levantar y abrí la tapa. Tus ojos se iluminaron y una expresión de asombro surgió en tus labios, allí estaba mi collar para ti, tu collar de sumisa. Era de plata estilo gargantilla, con un candado en su parte posterior del cual yo tenia las llaves.

Encendí varias velas mientras tu mirabas el collar y a mi aun en posición de sumisa, apague las otras luces y me arrodille delante tuya, a tu misma altura con el collar en la mano.

- Di tus votos-  dije en un pequeño susurro.
- Yo me ofrezco a ti mi señor como tu sumisa, incondicionalmente me entrego a ti para que me cuides, me guíes en este mundo  y me hagas tuya para siempre.- dijiste mirándome a los ojos.
- Y yo acepto tu sumisión como Amo y prometo cuidarte y protegerte, guiarte en este mundo y ser la persona que haga que tu vida cambie para siempre.- respondí yo besándote en los labios.

Me levante y puse el collar en tu cuello, cuando se escucho el click...ese click que marco nuestras vidas desde entonces.

- Te arrodillaste ante mi como mujer, levantate ahora ante mi como sumisa- dije ayudandote a incorporarte.

Te poseí varias veces entrando y saliendo de ti, nuestros cuerpos se encontraron por primera vez, fuiste descubriendo mi pasión y yo fui descubriendo ese volcán que llevabas dentro. Te vende los ojos y gozaste como nunca, sintiendo mis manos, mi boca, mi pene erecto y duro sobre ti, dentro de ti. Gemías totalmente expuesta a mi, sin vergüenza, sin temores, entregada a tu Amo por fin.

Ahora aquí con esta brisa ya tiempo después de ese primer encuentro sigo acariciando tu mejilla, notando mi collar en tu cuello, los latidos de mi corazón acarician tus oídos si, diciéndote...eres mía, eres mía, eres mía...siempre sera así , siempre estarás...Atada a Mi

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