La brisa cálida del verano entra por la ventana acariciando nuestros
cuerpos desnudos, exhaustos por las horas de placer que llevamos
luchando el uno con el otro por toda la habitación. Estas apoyada en mi
pecho con los ojos cerrados, disfrutando del sonido de los latidos de mi
corazón , de mi mano que te acaricia suavemente el pelo y una parte de
tu suave mejilla. Mirándote así en mi pecho las imagenes de nuestro
primer encuentro vuelven a mi mente, recuerdo aquella mañana de enero
cuando respondiste a mi mensaje, un mensaje en una botella lanzado al
mar de Internet y que por algún milagro lograste ver, lo cogiste,
abriste la botella y te gusto lo que las letras traían con ellas.
Empezamos a hablar complices, compartiendo contigo un extraño todos tus
secretos mas oscuros, todas tus fantasias mas alocadas, sorprendiéndote
de sentir morbo y excitacion por las situaciones que te proponía y las
cosas que hacia que imaginara tu mente. Después de mucho tiempo hablando,
de aceptar que había algo tan fuerte entre nosotros decidimos quedar
pero querías que fuera algo inolvidable, único y yo quería que así
fuera, que me pertenecieras y pudiera hacerte gozar como jamas habías
soñado que podías.
Acordamos vernos en un hotel, yo
cogí la habitación y te di las indicaciones para que supieras que cual era y espere tu llegada. Me senté en una silla al fondo de la
habitación entre penumbras, me puse un antifaz negro para darte mas
morbo ya que sabia que te ponía eso, abrí la botella de champán que
había pedido me serví una copa y bebí despacio, saboreando las burbujas
bajar por mi garganta y atento a la puerta que había dejado entornada
para que pudieras pasar.
Se abrió la puerta y allí
estabas tu. Me viste medio iluminado al fondo de la habitación y vi que
dudabas para entrar, diste un medio paso y te paraste, observaste, una
tormenta de pensamientos pasaba por tu cabeza, parecías una estatua de
sal allí parada. Entonces levante la copa de champán y saboree otro
trago mirándote través de mi antifaz, parece que eso te decidió y
pasaste adentro cerrando la puerta tras de si. Como habíamos acordado te
pusiste de rodillas y viniste gateando hasta mi sin levantar la mirada
del suelo, te paraste delante mía con las palmas extendidas hacia arriba
en señal de sumisión. Estabas preciosa, llevabas puesto un vestido
ajustado color burdeos que se marcaba a tu anatomía perfectamente, tu
pelo largo suelto que caía sobre tus hombros estaba reluciente y sedoso,
te acaricie la mejilla igual que ahora hago aquí tumbado en la cama y
levante tu mentón.
- Mira a tu señor- ordene yo con una voz segura pero suave.
Me
miraste y tus ojos estaban brillando de la emoción y del nerviosismo
del momento, después de tanto tiempo allí estábamos los dos, mirándonos a
los ojos, el uno enfrente del otro.
Me aleje de ti y
fui a por una caja que había encima de la cama, te vi por rabillo del
ojo que mirabas a ver que hacia pero simule no haberte visto así que
puse la caja en la silla enfrente tuya de la que me acababa de levantar y
abrí la tapa. Tus ojos se iluminaron y una expresión de asombro surgió
en tus labios, allí estaba mi collar para ti, tu collar de sumisa. Era
de plata estilo gargantilla, con un candado en su parte posterior del
cual yo tenia las llaves.
Encendí varias velas mientras
tu mirabas el collar y a mi aun en posición de sumisa, apague las otras
luces y me arrodille delante tuya, a tu misma altura con el collar en la
mano.
- Di tus votos- dije en un pequeño susurro.
-
Yo me ofrezco a ti mi señor como tu sumisa, incondicionalmente me
entrego a ti para que me cuides, me guíes en este mundo y me hagas tuya
para siempre.- dijiste mirándome a los ojos.
- Y yo acepto tu
sumisión como Amo y prometo cuidarte y protegerte, guiarte en este mundo
y ser la persona que haga que tu vida cambie para siempre.- respondí yo
besándote en los labios.
Me levante y puse el collar en tu cuello, cuando se escucho el click...ese click que marco nuestras vidas desde entonces.
- Te arrodillaste ante mi como mujer, levantate ahora ante mi como sumisa- dije ayudandote a incorporarte.
Te
poseí varias veces entrando y saliendo de ti, nuestros cuerpos se
encontraron por primera vez, fuiste descubriendo mi pasión y yo fui
descubriendo ese volcán que llevabas dentro. Te vende los ojos y gozaste
como nunca, sintiendo mis manos, mi boca, mi pene erecto y duro sobre
ti, dentro de ti. Gemías totalmente expuesta a mi, sin vergüenza, sin
temores, entregada a tu Amo por fin.
Ahora aquí con
esta brisa ya tiempo después de ese primer encuentro sigo acariciando tu
mejilla, notando mi collar en tu cuello, los latidos de mi corazón
acarician tus oídos si, diciéndote...eres mía, eres mía, eres
mía...siempre sera así , siempre estarás...Atada a Mi
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